¿Qué es más obsceno, el sexo o la guerra? Tenemos demasiados tabús sobre esto o sobre aquello. Nos avergonzamos de cosas tan simples y tan naturales que me damos asco (humanos, en general). No hablamos de lo que realmente importa ni exteriorizamos una mierda de lo que llevamos dentro. Y así nos va. Por algún lado tenemos que explotar. Y cuando explotemos lo vamos a manchar todo de un color feísimo. Sin embargo, nos movemos por el territorio del acoso, del maltrato, de la enfermedad y de la violencia como algo cotidiano, normal y ordinario. Y nada más lejos de la realidad. De camino a casa ya nadie habla del primer beso, de la primera vez, de las miradas, de las sonrisas de complicidad. Ya nadie crea grandes sueños utópicos alrededor de unas cervezas, ni malgasta su tiempo soñando con metas (im)posibles.